Esa noche llegué a mi cuarto directamente. Qué desorden, Dios! – pensé, al tiempo que yo mismo me disculpaba por tremenda escena en la habitación. En mi pequeña cama, en medio del desorden que había dejado en la mañana, divisé un sobre. Aún me emociono enormemente de sólo recordarlo. Se trataba de un mensaje donde se me comunicaba que había sido seleccionado para trabajar en una gran Empresa. Mi alegría y orgullo eran tan grandes, que quería gritarlo a todo el que se me cruzara.
Lo había logrado: había sido seleccionado para ingresar a una de las mejores empresas del País. Era una Empresa ampliamente reconocida a nivel nacional e internacional. Ya era parte de una marca en la que todos, se morirían por estar, por sus salarios, sus beneficios, sus resultados financieros, por el plan de desarrollo ofrecido y por su estabilidad laboral. Era como pertenecer al mejor equipo del mundo.
Al pasar algún tiempo, me encontré con una realidad muy fuerte: todos se morían por estar dentro de esa empresa, y muchos de los que estaban en ella, estaban totalmente desmotivados, a tal punto que tenían conductas destructivas para con la compañía. Cómo era posible tal paradoja?... Cómo era posible que una persona entrara con alegría, y tiempo después se sintiera tan insatisfecha?... Trabajé 23 años en esa Empresa y no recuerdo haber tenido nunca ese sentimiento de insatisfacción, por el contrario, cada día allí, fue para mí un reto, un viaje lleno de pasión.